.

domingo, diciembre 28, 2014

Budapest

Fue una ciudad que me sorprendió gratamente, y a la que no me importaría volver. De hecho, alguna que otra vez he echado un vistazo a los precios de los vuelos porque es una de esas ciudades que te deja con ganas de más. Qué ganas tengo de salir unos días, snif, snif, jaja.

Si visitáis la capital húngara, hay muchos sitios que debéis conocer: la Gran Sinagoga, con un pequeño museo que alberga en su interior y su famoso Memorial del Holocausto Raoul Wallenberg, en forma de sauce llorón cuyas hojas llevan inscripciones con los nombres de algunas víctimas judías. Para los que seáis religiosos, os impresionará contemplar el tetragrámaton en hebreo en el interior de la sinagoga. Sin duda, pronto se localiza. A orillas del Danubio, podréis ver también el Parlamento, el edificio más emblemático de la ciudad, y el tercer parlamento más grande del mundo, después del de Rumanía y el de Argentina. Tampoco me olvidaría de la Ópera, edifico visitado en su momento por la Emperatriz Sissi.

Pero, un lugar que es de visita obligatoria, es el balneario Széchenyi, uno de los recintos termales más grandes de Europa. Sí, me apasiona todo este rollo de chorritos de agua calentita. Las cosas como son: si se va en pareja, mucho mejor. Con las amigas es otro rollo bien distinto. Ahí lo dejo. Si sois algo más pijos, visitad el balneario Rodas, donde se rodó aquel anuncio famoso de Danone. La entrada es algo más cara, pero el recinto lo vale...

Ahora que lo pienso, ya entiendo porqué Sissi amaba tanto Budapest. Volveré.























*-* Muak *-*



No hay comentarios:

Publicar un comentario