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jueves, diciembre 26, 2019

He conocido a alguien...


Os dejo un relato que presenté hace mucho en una web de relatos cortos y que tuvo muchas visitas. Espero que os riáis un ratejo!


- ¡Buenas, Montse! ¿Qué tal va todo, guapa?

- ¡Hola, Beatriz! Me alegro mucho de verte una vez más. Todo va bien, sin ninguna novedad. Oye, ¿te has leído el libro o no? ¡Cuenta, cuenta!

- Ay, Montse, lo he olvidado. Lo leo a ratos en el metro pero todavía no lo he terminado. Aunque si quieres saber mi opinión, por ahora me está gustando y me parece una crítica muy buena.

- Ja, ja, ja, te lo dije. Es un libro buenísimo, y verás el final... No te des prisa en devolvérmelo, no lo necesito, preciosa. Por cierto, ahora que me fijo, te veo muy bien. Te noto más dicharachera, ¿verdad?

- Sí, Montse. Me encuentro fenomenal y llevo una racha muy buena. No puedo quejarme.

- Oh, maravilloso. Me encanta ver que mis pacientes van así de bien. Bueno, ¿y dónde quieres ponerte hoy? Imagino que en el sillón, como de costumbre, ¿no?

- Pues hoy Montse, creo que me voy a tumbar en el diván. Me apetece mucho y nunca lo he probado.

- Vaya, ja, ja, ja, creo que tu visita promete. Seguro que hay algo especial que tienes que contarme. ¿A qué sí, guapa? ¡Ay, esa sonrisita, que se te escapa, ja, ja, ja, ja!

- Ja, ja, ja, ja, sí, la verdad que hay algo importante que quiero contarte.

- Oh, pues no se hable más. Cuéntame los detalles inmediatamente, que estoy impaciente.

- Bueno, Montse, verás, he conocido a alguien.

- Madre mía, no me lo puedo creer. ¡Es una noticia fantástica! ¿Y tú eras la que hace unas semanas estabas con la autoestima por los suelos? ¡Qué evolución más buena, Beatriz! Pero sigue, por favor, cuéntame todos los detalles.

- Pues es un chico encantador, muy alegre y divertido. Me vuelve loca. Y es altísimo, ya sabes la debilidad que tengo por los chicos altos, ja, ja, ja, ja.

- Claro, es entendible en tu caso, con lo buena moza que eres, ja, ja, ja. Además, si es conversador, sabes que te vendrá muy bien. Ya lo hemos hablado muchas veces.

- Sí, sí, lo sé. Hay mucha complicidad entre los dos, y confianza, que sabes que yo eso lo valoro mucho. La verdad que es alguien muy especial; no pensaba encontrar a nadie así. Somos muy parecidos y compaginamos en todo muy bien.

- Eso está muy bien, Beatriz. La sinceridad no es algo opcional en una relación, es algo vital y necesario. Así que, si esa es una de vuestras premisas, fantástico. Y debo darte mi enhorabuena por llevar ésto así de bien. ¡Ay, mi niña guapa! ¡Cuánto me alegro!

- Gracias, Montse. Ésto es muy importante para mí y necesito que salga bien. Ya me conoces: los rechazos me dejan paralizada y necesito que ésto fructifique. Y por ahora lo vamos consiguiendo...

- Fenomenal. Y cuéntame algo sobre él. ¿Cómo os conocísteis? ¿Conoces a su familia?

- Mmm... Todavía no la he conocido pero estoy segura que muy pronto lo haré. Él no habla mucho de su familia, pero cómo la relación va bien, dentro de poco llegará ese momento. Aunque hay algo que debo decirte. Hay una cosa que me preocupa un poco.

- ¿Y quieres contármela, Beatriz?

- Sí, claro, precisamente deseo saber tu opinión de experta. Verás, él es un poco más joven que yo. Tiene 26 años y 11 de años de diferencia creo que se notan un poco. Aunque ya sabes que yo soy muy jovial y me muevo con gente de distintas edades, pero tengo miedo al "qué dirá la gente".

- ¿Once años? ¿Me estás tomando el pelo? Apenas hay diferencia de edad, son pocos años los que os lleváis. Atiendo a pacientes cuyas parejas tienen 20 y 25 años de diferencia. Además, lo importante es que os sintáis compenetrados, y por lo que veo, eso lo habéis conseguido. No me preocuparía tanto por eso; así que, ni caso a lo que la gente diga.

- Ya lo sé, Montse. En realidad, ambos no creemos que la diferencia se note tanto, ni físicamente ni en nuestras formas de tratarnos. Carlos es un chico muy maduro y con una personalidad muy bien formada...

- ¿Carlos? ¡Anda, cómo mi hijo! Qué nombre más elegante. Pues si es un chico maduro y tiene las cosas claras, no debería de importar la edad, créeme.

- Pues me alegro mucho de lo que me dices, Montse. Llevamos varios días hablando de ésto los dos y necesitamos que alguien apueste por nosotros. Algunos de sus compañeros de trabajo no se lo han tomado bien. Él trabaja como ortodoncista y los chicos creen que se le ha ido la cabeza un poco...

- Espera, ¿es ortodoncista? ¿Cuántos años dijiste que tiene?

- Tiene 26 años, y sí, trabaja como ortodoncista para una clínica cerca de la calle Barquillo.

- Ya, entiendo, ejem... Mmmm... Y... Bueno... ¿Sabes dónde vive?

- Bueno, todavía no he ido a su casa, pero normalmente quedamos en Claudio Coello esquina con Velázquez. Sé que vive en esa calle, pero no sé a qué altura. Es un barrio precioso, a mí me encanta. Bueno, tú vives cerquita de esa calle, ¿no?

- Ajá, bufff... Madre mía... No puedo creerlo... Qué calor hace. Voy a encender el aire.

- Uy, ¿estás bien, Montse? Estás colorada, cielo. ¿Quieres que vaya a por agua?

- No, no pasa nada... Ufff... Se me pasará, se me pasará. Pero antes tenemos que hablar. Verás, Beatriz, ¿no crees que quizá sí que haya un poco de diferencia de edad?

- ¿Cómo? Si acabas de decir que no es algo tan importante... ¿Por qué dices eso ahora?

- Bueno, Beatriz, verás... Piénsalo bien. Tú eres una mujer madura, has vivido muchas experiencias que te han enriquecido y te han hecho ver la vida desde otro prisma, pero él es un chaval que apenas está empezando a vivir. Le falta experiencia y eso es algo que tú necesitas ahora.

- Bueno, tampoco es un niño. Ya te dije que es muy maduro y tiene las cosas muy claras. Y ambos sentimos algo muy bonito.

- Ya, pero no se trata de eso; tienes que pensar en lo que a él le conviene, y no sólo en ti. Él necesita vivir antes muchas otras cosas que no ha vivido, y hay que ser justa con las personas, Beatriz. No sólo importa nuestra felicidad, sino también la de los demás.

- No entiendo porqué me dices ésto ahora, Montse. Pensaba que te parecía algo correcto mientras los dos nos queramos y nos esforcemos por no hacernos daño. Pero ahora me dejas helada, no sé ni qué decir.

- Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Piensa bien las cosas y en cómo ésto puede acabar. Mira, estoy pensando que mejor vamos a dejar esta conversación para otro día, pero ya sabes, piensa bien todo y ¡piensa en ese muchacho!

- Sí, será mejor que dejemos este tema para otro momento, Montse. El ambiente está demasiado tenso y no entiendo porqué, la verdad.

- No, no te enfades, Beatriz; es sólo que eres una mujer madura y por eso debes hacer bien las cosas. Nada más. No te diré nada más por hoy. Pero me gusta que comportas estas cosas conmigo y sobre todo, me gusta ayudarte a mejorar tu vida.

- Ya lo sé, Montse. Pero no sé a qué ha venido ese cambio de...

- Ah, sí, lo olvidaba: por favor, ¡termina ya el libro que te dejé y traémelo lo antes posible!



lunes, diciembre 23, 2019

La casa de mis sueños

La casa de mis sueños la construiré al lado de un río, en una región fértil y cálida. La fauna de la zona embellecerá la estampa, y el calor hará que sea un placer gozar dicha tierra. 

La casa de mis sueños estará hecha de madera, con las paredes pintadas de blanco y grandes zonas acristaladas. Tendrá pocos muebles pero todos ellos hechos por mí, y una gran chimenea en la que arderá cada noche la leña recogida en la mañana. 

La casa de mis sueños tendrá una gran terraza, llena de farolillos de colores y grandes sofás cómodos donde disfrutar con los amigos en veladas infinitas. Al amanecer, escucharé los coros de las aves, y por la noche, el murmullo del agua del río ensombrecido por las risas de los míos. 

La casa de mis sueños estará llena de fotos: fotos de lugares lejanos y viajes inolvidables, fotos de mi familia, fotos de mis amigos, fotos de mis animales, fotos de ti, cariño.

La casa de mis sueños estará llena de mis niños. Mis niños correteando por el jardín mientras juegan con crías de león, cuyos padres estarán al lado, tranquilos, comiendo hierba y bebiendo agua fresca. Niños que crecerán sanos y fuertes, y sin ningún temor que les robe la inocencia. Niños míos. Niños tuyos. 

La casa de mis sueños tendrá una piscina de agua natural en la planta de abajo, iluminada con cientos de velas de sal y ambientada con música bereber. Allí, una vez caída la noche, gozaremos tú y yo sabiendo que siempre habrá una próxima vez.

La casa de mis sueños estará llena de flores recién cortadas. Habrá margaritas por todos los rincones, formando un abanico de colores que harán que mi casa sea el lugar perfecto.

Y es allí dónde, al fin, podré descansar... sin miedo a nada.


La casa de mis sueños...






*-* Muak *-*