Os dejo un relato que presenté hace mucho en una web de relatos cortos y que tuvo muchas visitas. Espero que os riáis un ratejo!
-
¡Buenas, Montse! ¿Qué tal va todo, guapa?
-
¡Hola, Beatriz! Me alegro mucho de verte una vez más. Todo va bien,
sin ninguna novedad. Oye, ¿te has leído el libro o no? ¡Cuenta,
cuenta!
-
Ay, Montse, lo he olvidado. Lo leo a ratos en el metro pero todavía
no lo he terminado. Aunque si quieres saber mi opinión, por ahora me
está gustando y me parece una crítica muy buena.
-
Ja, ja, ja, te lo dije. Es un libro buenísimo, y verás el final...
No te des prisa en devolvérmelo, no lo necesito,
preciosa. Por cierto, ahora que me fijo, te veo muy bien. Te noto más
dicharachera, ¿verdad?
-
Sí, Montse. Me encuentro fenomenal y llevo una racha muy buena. No
puedo quejarme.
-
Oh, maravilloso. Me encanta ver que mis pacientes van así de bien.
Bueno, ¿y dónde quieres ponerte hoy? Imagino que en el sillón,
como de costumbre, ¿no?
-
Pues hoy Montse, creo que me voy a tumbar en el diván. Me apetece
mucho y nunca lo he probado.
-
Vaya, ja, ja, ja, creo que tu visita promete. Seguro que hay algo
especial que tienes que contarme. ¿A qué sí, guapa? ¡Ay, esa
sonrisita, que se te escapa, ja, ja, ja, ja!
-
Ja, ja, ja, ja, sí, la verdad que hay algo importante que quiero
contarte.
-
Oh, pues no se hable más. Cuéntame los detalles inmediatamente, que
estoy impaciente.
-
Bueno, Montse, verás, he conocido a alguien.
-
Madre mía, no me lo puedo creer. ¡Es una noticia fantástica! ¿Y
tú eras la que hace unas semanas estabas con la autoestima por los
suelos? ¡Qué evolución más buena, Beatriz! Pero sigue, por favor,
cuéntame todos los detalles.
-
Pues es un chico encantador, muy alegre y divertido. Me vuelve loca.
Y es altísimo, ya sabes la debilidad que tengo por los chicos altos,
ja, ja, ja, ja.
-
Claro, es entendible en tu caso, con lo buena moza que eres, ja, ja,
ja. Además, si es conversador, sabes que te vendrá muy bien. Ya lo
hemos hablado muchas veces.
-
Sí, sí, lo sé. Hay mucha complicidad entre los dos, y confianza,
que sabes que yo eso lo valoro mucho. La verdad que es alguien muy
especial; no pensaba encontrar a nadie así. Somos muy parecidos y
compaginamos en todo muy bien.
-
Eso está muy bien, Beatriz. La sinceridad no es algo opcional en
una relación, es algo vital y necesario. Así que, si esa es una de
vuestras premisas, fantástico. Y debo darte mi enhorabuena por
llevar ésto así de bien. ¡Ay, mi niña guapa! ¡Cuánto me
alegro!
-
Gracias, Montse. Ésto es muy importante para mí y necesito que
salga bien. Ya me conoces: los rechazos me dejan paralizada y
necesito que ésto fructifique. Y por ahora lo vamos consiguiendo...
-
Fenomenal. Y cuéntame algo sobre él. ¿Cómo os conocísteis?
¿Conoces a su familia?
-
Mmm... Todavía no la he conocido pero estoy segura que muy pronto lo
haré. Él no habla mucho de su familia, pero cómo la relación va
bien, dentro de poco llegará ese momento. Aunque hay algo que debo
decirte. Hay una cosa que me preocupa un poco.
-
¿Y quieres contármela, Beatriz?
-
Sí, claro, precisamente deseo saber tu opinión de experta. Verás,
él es un poco más joven que yo. Tiene 26 años y 11 de años de
diferencia creo que se notan un poco. Aunque ya sabes que yo soy muy
jovial y me muevo con gente de distintas edades, pero tengo miedo al "qué dirá la gente".
-
¿Once años? ¿Me estás tomando el pelo? Apenas hay diferencia de
edad, son pocos años los que os lleváis. Atiendo a pacientes cuyas
parejas tienen 20 y 25 años de diferencia. Además, lo importante es
que os sintáis compenetrados, y por lo que veo, eso lo habéis
conseguido. No me preocuparía tanto por eso; así que, ni caso a lo
que la gente diga.
-
Ya lo sé, Montse. En realidad, ambos no creemos que la diferencia se
note tanto, ni físicamente ni en nuestras formas de tratarnos.
Carlos es un chico muy maduro y con una personalidad muy bien
formada...
-
¿Carlos? ¡Anda, cómo mi hijo! Qué nombre más elegante. Pues si
es un chico maduro y tiene las cosas claras, no debería de importar
la edad, créeme.
-
Pues me alegro mucho de lo que me dices, Montse. Llevamos varios días
hablando de ésto los dos y necesitamos que alguien apueste por
nosotros. Algunos de sus compañeros de trabajo no se lo han tomado
bien. Él trabaja como ortodoncista y los chicos creen que se le ha
ido la cabeza un poco...
-
Espera, ¿es ortodoncista? ¿Cuántos años dijiste que tiene?
-
Tiene 26 años, y sí, trabaja como ortodoncista para una clínica
cerca de la calle Barquillo.
-
Ya, entiendo, ejem... Mmmm... Y... Bueno... ¿Sabes dónde vive?
-
Bueno, todavía no he ido a su casa, pero normalmente quedamos en
Claudio Coello esquina con Velázquez. Sé que vive en esa calle,
pero no sé a qué altura. Es un barrio precioso, a mí me encanta.
Bueno, tú vives cerquita de esa calle, ¿no?
-
Ajá, bufff... Madre mía... No puedo creerlo... Qué calor hace. Voy
a encender el aire.
-
Uy, ¿estás bien, Montse? Estás colorada, cielo. ¿Quieres que vaya
a por agua?
-
No, no pasa nada... Ufff... Se me pasará, se me pasará. Pero antes
tenemos que hablar. Verás, Beatriz, ¿no crees que quizá sí que
haya un poco de diferencia de edad?
-
¿Cómo? Si acabas de decir que no es algo tan importante... ¿Por
qué dices eso ahora?
-
Bueno, Beatriz, verás... Piénsalo bien. Tú eres una mujer madura,
has vivido muchas experiencias que te han enriquecido y te han hecho
ver la vida desde otro prisma, pero él es un chaval que apenas está
empezando a vivir. Le falta experiencia y eso es algo que tú
necesitas ahora.
-
Bueno, tampoco es un niño. Ya te dije que es muy maduro y tiene las
cosas muy claras. Y ambos sentimos algo muy bonito.
-
Ya, pero no se trata de eso; tienes que pensar en lo que a él le
conviene, y no sólo en ti. Él necesita vivir antes muchas otras
cosas que no ha vivido, y hay que ser justa con las personas,
Beatriz. No sólo importa nuestra felicidad, sino también la de los
demás.
-
No entiendo porqué me dices ésto ahora, Montse. Pensaba que te
parecía algo correcto mientras los dos nos queramos y nos esforcemos
por no hacernos daño. Pero ahora me dejas helada, no sé ni qué
decir.
-
Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Piensa bien las cosas y en
cómo ésto puede acabar. Mira, estoy pensando que mejor vamos a
dejar esta conversación para otro día, pero ya sabes, piensa bien
todo y ¡piensa en ese muchacho!
-
Sí, será mejor que dejemos este tema para otro momento, Montse. El
ambiente está demasiado tenso y no entiendo porqué, la verdad.
-
No, no te enfades, Beatriz; es sólo que eres una mujer madura y por
eso debes hacer bien las cosas. Nada más. No te diré nada más por
hoy. Pero me gusta que comportas estas cosas conmigo y sobre todo, me
gusta ayudarte a mejorar tu vida.
-
Ya lo sé, Montse. Pero no sé a qué ha venido ese cambio de...
-
Ah, sí, lo olvidaba: por favor, ¡termina ya el libro que te dejé y
traémelo lo antes posible!
No hay comentarios:
Publicar un comentario